lunes, 12 de septiembre de 2016

El final de la fiesta



El final de la fiesta


Solía ser así:
antes de entrar al salón de voces
llamando al deseo,
justificacion la nuestra,
ellas la causa,
el fuego que empieza nuestro fuego;
pasar tu mano a mi cuello
y detrás,
sobre la falda de la columna
hacer temblar mi talle,
la costumbre que se adquiere,
nuestro latir en bullicio;
constatar lo que es amar
para después sonreír al amigo,
alzar la copa en su victoria.

Separarnos bajo el dintel
para beber de su tacto  y aliento,
que amigo era sofocante,
en la asfixia anhelar tu compañía,
porque tus huellas en la columna
seguían con oleadas de vida.

Tiempo de siluetas volcadas
en todo lo nuestro,
y tan lejano mi lugar preferido,
tu hombro,  mi cojín de respaldo
con promesa para un después

Era que compartirte era un suplicio,
merodear a tu sombra
no era de mi placer y gusto,
por eso  mi vida, hube de cerrar la puerta,
y esa tu sonrisa se hiciera sólo mía...

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