miércoles, 17 de febrero de 2016

Sucedían contables los minutos...

Sucedían contables los minutos...

Y bien, tú allá, yo acá. Una carta para no perder la costumbre, una carta-poesía? no sé, no encuentro palabras que vayan versando armoniosamente, es  entonces, sólo una carta. Un texto que te sacara una sonrisa tamaño continente americano, verticalmente, horizontalmente...si deduces, esta última frase se podrá dar malas interpretaciones; hay que pensar en todo, porque así, en segundos, me viene a la mente —la loca de la casa ¿sabías que así se le conoce a la mente? no tenía idea— que al leer esa frase puedes pensar—, "(¿Una sonrisa tamaño continente Americano? ¡caramba! imaginaría tengo tremenda boca)". Y no, es porque esperaría, yo esperaría tu alegría al recibir estás palabras sea enorme.

Ya ves, así soy, algo de comezón en la frente, también en el cuello. La pantalla del monitor ha quedado en negro, un anuncio —check signal cable—deambula por el área cristalizada, el teléfono muerde el silencio, y la taza de café es de Detroi, Michigan, en un rincón están apilados los libros, los lentes suben y bajan, de ratos mi postura no tiene coherencia, algo parecido con estás líneas mera coincidencia, de pronto me doy cuenta.

Quisiera decirte  te he pensado todo el día, echaría tremenda mentira, así que, frase correcta—este día he pensado mucho en ti, también en cómo entrarle, tomar al toro por los cuernos, y encontrar el principio de un libro, algún autor que no halla leído, hay tantos.

El rompecabezas no se me da, el ingrato no se rinde, los matices de las pequeñas piezas son tan semejantes, de momentos es una mescolanza, hay que investigar cómo se escribe, siempre se me olvida. Me gusta, y mucho las canciones, a ti no?

Agrego que, una noticia me  dejó aturdida, el virus del VIH puede vivir entre el agua? el tema es que la vida de los mineros es tan difícil, por nada del mundo me gustaría estar en su piel, y la muerte es...

saludos.  

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