Así, de pronto
Mi amor de este día,
urgencia traslúcida de la muerte,
fragua de derroche,
de fragor incesante, la noche.
Porque yo caminante,
mi aliento la calle,
su piel, mi piel, su roce,
el cosquilleo contento, el alba.
Palpite de mezclilla,
vaquera a la cintura, castaña,
mi ducha,
sus horas de jabón, mi espalda,
vaga y susurrante, su voz,
entre laberinto, el cabello
crespo y obstruyente,
al centro correr de la persiana.
Claustro y hondonada,
clásico canto de la prisa,
el tiempo,
vuela, ladra en furia,
apunta el minuto e indica
su vigilancia, estancia,
extra a su oído
silencio, impasible, seres transitables.
Cánticos de luz,
la acera, coro de mis pasos,
¿Qué tal el atajo? tumulto de latidos,
urbana cobertura,
aromas nómadas y cálidos,
bocetos de viento,
sumisión a desfallecer en olfato,
olfato de mar abierto.
Clavé los ojos en la taza,
su grieta un disparo,
entre el fondo raso y grueso,
el caudal caliente viene
al encuentro con mi grito,
Aquí llega la noche,
los ovillos de las aves desmadejados,
concluyo el nocturno, inesperadamente.
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