miércoles, 18 de noviembre de 2015

Oda al café

Oda al café

Dos días saboreando  pecado,
una llama de vela
en veda de un incendio,
tambaleante va el raciocinio
sin saber el camino del mundo;
en otra tierra asiste un diluvio;
agua de lluvia reposa otra delicia;
aquí se consume sólo fuego.

Horas largas, hace falta el equilibrio,
ese discurso de aroma vaya a tu olfato,
génesis de enamoramiento,
sin él, uno no es nada,
¿Por qué vida existe la distancia?
este tiempo de inacabable alumbramiento
sin ser enorme llaga,  la piel y el extraño.

Sopla el viento en canto a la espiga,
se sucede la célula y levanta el vuelo,
¡Tanto énfasis para todo!
dícese que la vida siempre continua,
y procede sin su amor soy un hecho
que se alumbra poco,
a medias tintas, un no sé concebido.

Se redacta este tiempo con sol a cuestas,
con furor de invernadero,
es tan simple darse cuenta la existencia
entre lumbrera y arde lento,
incesante, haces falta,
con tu tan mucho
dirigente a una ducha de cascada.

Lo sé, lo he vivido,
conozco esa preciosa frescura,
sancionada sólo cuando tu barca es extranjera,
te lleva con su voluta al cielo,
allí,  el fósforo se enciende,
vuelvo a sentir una llama de fuego,
aquí latente en mi pecho.



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