Ella, la muerte eterna
Ajena e inexistente, nula y todo.
Te dieron eterna vida,
corto nombre, vagina género,
escasa fortuna,
extensa morada al libre viento,
duros huesos imposible de roer,
te parieron, y aquí estás, y seguirás.
Ni cielo ni infierno para reposar,
grano de tierra tu latido
quédate por ahora lejos de mí
allá, dama de compañía
donde trémulo y flojo,
lento caminante este paseante
del pulmón a la laringe
el último suspiro para ti.
Mira a ver las inconsistencias
de estos tus padres gendarmes a tus pasos
te endulzaron de arrobo, cónyuge jamas
andate el bulevar páramo tu caminar
¡Que te ame el amante de paso
a perderse en el delgado de tu lecho!
Corren los años como potros desbocados;
hoy soy, mañana no seré:
más tú, de caña de cera encendida
tranquilamente tocaras todas las puertas
una y otra vez, perpetua y soberanamente
eres, serás y siendo seguirás.
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