jueves, 5 de noviembre de 2015

María

María

María sinuosa transita, 
con orgullo y su encanto,
va de calle en calle,
más amplia, más ufana, más divina
sabiendo que su cuerpo
libra el entero mundo
antes de enfrentar cualesquiera, el peligro.

Sabe, siente, intuye...
a escondidas los labios,
pegados a su mocedad de reina
 verde su fuente anegada
para libre ejército que conjuga sus aromas
 delicia de sus amores
placer suburbano, plugo de sabios y reyes. 

Amada María se anda
hoy por hoy intensa y  hierba fresca
pasear por los palacios, 
rezar , adorar, consumir el pecado prohibido
a donde sea que llegue, con sus pies 
en salto perceberante y sonriente. 

A de saberse y se sabrá
leyendo sus humos elevados
a alcanzar  las luces del cielo
que todos enterados de sus pasos.
A las roturas su diáfana cascada 
profunda  gota para las heridas
aspirar, suspirar, oxigenarse
un espacio hurtado de su vida. 






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